viernes, 17 de junio de 2016

De cómo me curé una lesión de cintila iliotibial de 18 años

Hace tiempo que quería escribir está entrada, concretamente desde el mes de octubre, pero demasiados intentos infructuosos de curar mi tendinitis de cintilla iliotibial vividos a lo largo de 18 años, hicieron que prefiriera esperar hasta el final de la temporada para dar por cerrado este capítulo.

El 12 de junio tenía que haber corrido mi primer trail, pero 10 días antes, recibí un mail diciéndome que la habían trasladado al 7 de noviembre, así es que este debut tendrá que esperar.

Era tras esa carrera cuando yo quería haber compartido cómo ha sido el proceso de curación porque como os digo, han sido demasiadas las ocasiones en las que  he recibido tratamientos que aunque han sido hechos con la mejor voluntad y me han relajado la pierna, ninguno había llegado a la raíz del problema.

El pasado mes de septiembre empecé a entrenar con David Sáez y esa decisión ha marcado un antes y un después en mi proceso corriendo. Fue él el que me sugirió intentar la EPI para tratar mi fascia lata o cintila iliotibial.


Un poco de historia


Hace casi 20 años a finales de 1996 cuando todavía era bailarina, sufrí un accidente de tráfico en el que me destrocé una pierna. Como la mutua y la Seguridad Social querían que me pusiera trabajar cuanto antes, intenté muscular mi pierna mucho antes de lo que correspondía y a hacer cosas que no debía haber hecho. Yo intenté buscar a alguien que me orientara, pero no lo encontré y estando un día en la piscina, sentir un pellizco en la rodilla.
Durante varias semanas no podía ni subir, ni bajar escaleras... ¡no podía ni sentarme en el vater sin dolor! Cuando me encontraba con unas escaleras muy largas que hay junto al teleférico en Madrid, me echaba a temblar. Literal.
Unos meses después el dolor empezó a mitigarse y acabé llevando una vida normal hasta que unos años después decidí empezar a practicar senderismo y en subir y bajar montañas volvió a despertar la lesión, así es que tuve que empezar a utilizar palos para poder hacer las excursiones.
A lo largo de los años, fui probando con diferentes tipos de masajes y terapias, pero como os comentaba al final algo hacía que el dolor volviera.
En enero de 2014 empecé a correr de manera más o menos continuada y cuatro meses después la lesión volvió a despertarse. Fui controlando la durante unos meses hasta que empezó otra vez a ponerse peor, pero justo conocí a la vez y me sugirió que probara, así es que decidí dar una última oportunidad a la posible población de mi cintila.
¡Pensad que habían pasado 18 años!


Encuentro a Roberto Martín

Empiezo a buscar información en Internet y hablan de dos sitios. Algo de mí leer que me llevó a la clínica de Roberto Martín en Getafe.
Allí me propusieron además de hacerme EPI directamente en la cintila, añadir punción seca, rayos no recuerdo de qué tipo y una maquinita que me daba unos golpes que dolían muchísimo. De esta manera acelerábamos un poco la curación.
Una de las cosas buenas que tiene esta terapia es que no necesitas dejar de entrenar, solamente las 48 horas posteriores a hacerte la sesión y que por lo que había leído que la mayoría de las personas con unas cinco o seis sesiones estaban curadas.
Recuerdo cuando me preguntó que cuando me la había hecho y al contestarle que 18 años, el pobre soltó un taco. Claro, nunca había tratado una lesión de cintilla tan antigua. Imagino que era convertí un poco en un reto para él.





Con Roberto Martín y su pedazo de equipo


En las ecografías se veía que mi tendón era un auténtico churro. Lo que iba hacer era pinchar con una aguja y hacer unas descargas que obligaban al tendón a regenerarse. 
Me hice una sesión, dos, me hice la tercera sesión y ahí es cuando ya esperaba empezar a notar resultados, pero no sentía que pasara nada especial. Así es que hablaron Gonzalo, el fisio encargado de mi caso y él e introdujeron algunos cambios.
Y zassssss.... Empecé a notar la curación...
Una de las cosas que más me gusta de su manera de trabajar es el enfoque tan global que le dan, atacando desde varios frentes y si le dices que te duele en 1 cm concreto ellos van a buscar qué es lo que puede estar pasando ahí.
Para ir corriendo pero dándome menos caña, entrené dos o tres veces en su máquina Alter G. en ella puedes correr pero con menos gravedad con lo cual las articulaciones sufren mucho menos.
No recuerdo si al final me di 5 o 6 sesiones. Yo creo que fueron cinco y me citaron una sexta pero cuando hicieron la ecografía... ¡es que el tendón ya estaba genial! Así es que no hizo falta hacer la última sesión de EPI.


Aquí tenéis una foto con el antes y el después de mi cintilla iliotibial. Fijaos el churro de arriba y el precioso tendón de abajo







Me dieron el alta, con unos deberes en forma de ejercicios diarios para hacer durante mucho, mucho tiempo.

  • A los pocos días corrí un 10 K bajando mi tiempo, seguí entrenando y me decía, ahora me va salir la lesión, ahora me va a salir la lesión, pero no.
  • 3 meses después volví a hacer otro 10 K y ahí cumplir mi sueño de bajar de una hora. Otra vez esperaba a que en cualquier momento volviera a doler, pero nada de nada.
  • 3 meses después ya 6 después de acabar con ellos, corrí otro 10 K fenomenal y también sin dolores.

Y hasta hoy, nueve meses después. 


Declaro oficialmente superada mi lesión de cintilla iliotibial :)

Para mí, como para todos los que amamos correr, poder hacerlo sin dolor, es un sueño. Al menos este dolor, ja, ja que otros van apareciendo…

Quiero volver a dar las gracias a Roberto Martín y a Gonzalo por ayudarme a superar una lesión que me ha acompañado durante demasiado tiempo y que me ha coartado personal y deportivamente  en muchísimas ocasiones. 

Os lo recomiendo sin duda, ya os digo que esa manera de trabajar global no es fácil de encontrar para los deportistas que como nosotros, no somos profesionales.



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